Premio Acope
ACOPE cumple 30 años con las mujeres en prisión. ¿Cómo celebrar un momento tan importante e histórico? Le dimos muchas vueltas y al final se nos ocurrió una gran idea. Crear un premio. El premio ACOPE. Una manera de hacer visible a todas aquellas personas e instituciones que con su quehacer facilitan y favorecen la vida de las mujeres encarceladas.
El premio quiere reflejar la «huella» de la persona premiada en ese proyecto de mejorar las condiciones y la realidad de la mujer en prisión. Este propósito se encuadra en un proyecto mayor y siempre inconcluso: el de hacer un mundo más justo y fraterno, y más igual. Queremos que el premio sirva para hacer visibles a las mujeres reclusas, un colectivo tan invisible y en una situación tan estigmatizada.
El primer premio ACOPE 2016 se otorga a Dº Arturo Beltrán magistrado de la Sección 5ª su trabajo y apoyo a las mujeres presas; su valentía en la concesión y firma de permisos; su apuesta en favor de una justicia comprensible y cercana a la realidad.; sus resoluciones en favor de la igualdad y la eliminación de sesgos machistas y el valor terapéutico que otorga a los permisos de salida. Todo esto ha sido y son muestras de su compromiso con la justicia.
El PREMIO. ¿Qué objeto o elemento puede simbolizar de manera plástica la filosofía de ACOPE que queremos premiar y reconocer en el ganador de cada edición? ¿Qué podría ser el premio ACOPE?
ACOPE a lo largo de estos 30 años ha querido ser UNA MANO amiga, cercana, solidaria, constante, creativa, incondicional, para las mujeres que están en prisión. Nuestro nombre está formado por cinco letras al igual que cinco son los dedos de una mano. Por eso creemos que no hay mejor analogía y simbolismo para este premio ACOPE que una mano. Más en concreto la huella de una mano. La expresión más esencial y personal de quiénes somos.
Las manos reflejan de una manera muy fiel y genuina la personalidad de un ser humano; su ocupación, su estado de ánimo, etc. Las manos nos expresan y reflejan nuestro andar por la vida. Son un emblema de nuestra existencia. Las manos determinan la forma particular de expresarnos. Con ellas hacemos gestos que enfatizan lo que decimos. Sus movimientos permiten dar a conocer nuestras emociones.
Las manos se relacionan con el dar, recibir y el poseer. Con ellas saludamos, rezamos, pedimos, prometemos, acariciamos, curamos, creamos, ayudamos, trabajamos… Las manos están incorporadas a expresiones o gestos que usamos y tienen una enorme fuerza: “Estar en manos de” habla de entrega al otro, “dar una mano, echar una mano” habla de ayuda, “tener las manos limpias” habla de honestidad, etc. Nos valemos de las manos para tomar contacto con las cosas, conocerlas, abordarlas, y crearlas; nuestro corazón las utiliza parar hablar. La huella muestra de una manera plástica el compromiso adquirido a lo largo de una vida con una causa, la huella nos delata, habla de lo que somos, y del rastro que dejamos. En este caso en la causa de las mujeres presas.
Y así se nos ocurrió que la huella de una mano reflejaba de manera clara lo que pretendíamos simbolizar y premiar. «Dejar una huella». Dejar un rastro reconocible en el trabajo, y el apoyo a las mujeres en prisión. No hay mejor forma pues de representarlo que con la huella transferida del propio premiado.