Encarceladas, pero nunca calladas
Al grito de: ¡no estamos solas, faltan las encarceladas!, voluntarias y trabajadoras de Acope fuimos juntas a la manifestación del 8M para dar voz a los derechos y reivindicaciones de las mujeres que se encuentran privadas de libertad.
Desde los Centros Penitenciarios de Ávila, Estremera y Alcalá Meco, Acope, bajo el #tambiénlaspresas8M, llevó a cabo una iniciativa para poder representar en la manifestación a las mujeres con sus propias voces. Para ello, se realizaron sesiones conjuntas en los talleres de prisión para que ellas mismas pudieran exponer qué mensaje les gustaría enseñar en las calles en la manifestación del 8M. Reivindicaciones y preocupaciones como: la precariedad en la salud y los cuidados, la desigualdad dentro de prisión por ser el colectivo minoritario, la precariedad laboral, la estigmatización y el reproche social al que se exponen cuando salen de prisión, la pérdida de vínculos sociales y familiares, fueron la principal problemática que las mujeres quisieron escribir y reivindicar en los carteles.
También manifestaron que se encuentran invisibilizadas: “las mujeres presas somos las grandes olvidadas; ni se piensa en nosotras cuando se habla de PRESOS, ni se piensa en nosotras cuando se habla de MUJERES”. Esta realidad la podemos ver reflejada en las últimas estadísticas penitencias del Consejo General del Poder Judicial de diciembre de 2023, según las cuales sólo el 7,1% del total de la población reclusa, tanto penadas como preventivas, son mujeres; esto es que de 56.698 personas en situación de preventivos, penados y sujetos a medidas de seguridad, sólo 4.000 son mujeres.
El resultado para las mujeres de ser el colectivo minoritario es que, dentro de las prisiones, se opera bajo lógicas sexistas que invisibilizan el género y, sus necesidades pasan a un segundo plano, ya que, son escasas las políticas penitenciarias con perspectiva de género. Por ejemplo, en lo referente a la maternidad, una de las mujeres que fue madre en prisión expresó lo siguiente: “es imposible imaginárselo, hay que vivirlo, pasas de estar 24 horas al día durante tres años, a que de repente te la arranquen de tus brazos”. Esta separación forzosa con sus hijo/as, además, provoca situaciones de inestabilidad emocional, ansiedad, depresión, estrés, hasta incluso intentos de suicidio: “estar en prisión también enferma. ¡¡Menos sobre medicación y más atención!!”. De ahí la urgencia por querer visibilizar las problemáticas penitenciarias y sociales a las que se enfrentan las mujeres en prisión: “las mujeres presas no somos invisibles, también existimos, ¡estamos vivas!”.
Caminando juntas tras la pancarta que contenía el mensaje “encarceladas pero nunca calladas”, voluntarias y trabajadoras de Acope, levantamos los carteles donde estaban escritos todos los mensajes que las mujeres quisieron plasmar. Gritamos juntas para que se escucharan sus voces, luchamos y seguiremos luchando, para reivindicar sus derechos y necesidades: “menos prejuicios para las excarceladas, ¡necesitamos que nos des una oportunidad!”.