Skip links

Hacer visible lo invisible

El pasado marzo de este año, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias presentó el primer estudio integral sobre “La situación de la mujer privada de libertad en la Institución Penitenciaria”. La publicación de este documento, más allá de los datos que arroja, significa una ventana desde donde es posible visibilizar lo que desde hace tiempo no forma parte de la cartografía de la realidad penitenciaria.

A través de este documento se observa que las mujeres privadas de libertad se ubican, fundamentalmente, en centros penitenciarios en los que el peso poblacional es básicamente masculino: los llamados “centros mixtos”. Esta ocupación del espacio físico condiciona el día a día de su estancia en prisión. Cuando se analizan los diseños de intervención terapéutica, de actividades y el dimensionamiento de los espacios a utilizar dentro de prisión, el peso porcentual de la población masculina tiende a que la balanza se desequilibre en su favor.

A manera de resumen, el documento publicado refiere entre otros datos, lo siguiente:

-La mitad de las internas nunca ha estado en un centro exclusivo de mujeres y seis de cada diez no conocían otro centro distinto al que se encontraban.

-Respecto a las actividades de ocio, recreativas, deportivas, que les ofrece el centro en el que se encuentran, la mayor parte de las mujeres las creen insuficientes, monótonas o muy monótonas, esporádicas o muy esporádicas y diseñadas sin tener en cuenta a todo tipo de personas.

-En el estudio, las mujeres creen que existe una mayor carga de roles clásicos de género en las actividades que se diseñan en los centros de mujeres que en los centros mixtos. En los centros de mujeres las actividades son “de mujeres”.

-Una cuarta parte de las mujeres asiste a algún curso de formación, con mayor incidencia en los centros de mujeres y menor en los centros mixtos. Sin embargo, tienen la percepción de que es más fácil ser seleccionadas en los centros mixtos.

-Un tercio de las mujeres trabajan en alguna actividad productiva (remunerada) dentro de la prisión, siendo mayor esta representación en los centros mixtos.

-Se refiere como “curioso” que las internas que no trabajan son las que creen en mayor grado que las remuneraciones son bajas. Así lo entienden el 60% de ellas mientras que este porcentaje baja al 40% entre las que están trabajando.

-Ocho de cada diez internas considera su relación con el equipo de tratamiento como buena o muy buena, con mejor valoración en los centros mixtos, nueve de cada diez entiende como buenas o muy buenas las relaciones con el personal de vigilancia. Aquí, como en otros parámetros, los centros de mujeres son los que puntúan más bajo.

-Más de un tercio de las internas consideran malas o muy malas las relaciones con el servicio médico. En los centros de mujeres es donde peor valoración se consigue.

Este resumen arroja una radiografía con múltiples posibilidades de abordaje para cada una y su debate pertinente, pues los temas son amplios y los matices son diversos.